Leí 101 libros en 2021. Me gustaría decir que he hecho esto toda la vida, pero la verdad sólo comencé a medir el hábito cuando me gradué de la secundaria. Me tocaba egresar en mayo del 2020: cuando la pandemia nos quitó los últimos meses de colegio, me alegré. Apenas anunciaron que no tendríamos exámenes finales mis amigos bajaron a mi cuarto gritando, bailando, hablando de quemar nuestros cuadernos juntos la noche siguiente (lo hicimos). Recién en mayo pensé que tal vez habría sido mejor rendir esos exámenes, al menos si eso hubiera servido como un tipo de ofrenda cósmica para detener el avance de la pandemia. Pero para entonces eso ya no importaba, y yo ya no quería hacer autorreflexión. No quería pensar en hipotéticos. No quería pensar, la verdad: sólo quería pasar los días en posición horizontal, boca arriba o boca abajo, sin que nadie me moleste. La manera más eficiente de lograr esto es a través del abuso de sustancias, pero como seguía viviendo con mis papás tuve que encontrar sustitutos.
Por eso comencé a medir cuánto leía: porque leer requería poco esfuerzo y era compatible con la horizontalidad. Porque estar echada con el teléfono todo el día es estar en crisis, pero estar echada con un libro es un tipo de logro, y yo necesitaba sentir que estaba logrando algo, lo que fuera, así que me dediqué a lograr esto.
Libro por libro, palabra por palabra, metódicamente, mientras el mundo se abría y cerraba. Leí en la cola del Tambo, en el micro, cuando no podía dormir o cuando no podía salir de la cama. Leí diligentemente, ociosamente, trabajosamente, durante una semana en noviembre incluso dolorosamente. Leí cuantitativamente, con la meta de llegar a más de cincuenta libros a fin de 2020 y a más de cien a fin de 2021. No sé si recomendaría eso último: en mi experiencia leer siempre es menos placentero que releer, especialmente releer lenta y arbitrariamente. No se acaba de conocer una canción en la primera escuchada; Nabokov hablaba de cómo la primera lectura siempre es física y exploratoria, “el proceso mismo de averiguar en el espacio y en el tiempo de qué trata [un libro]”. Creo que sólo luego de esta primera exploración se puede utilizar en completo la mente, ya no atontada por la novedad; además, nada es mejor que perder el tiempo releyendo la misma página una y otra vez, deleitándose con cada pasada de los ojos.
Pero la analogía de las canciones da para más. Así como con la música, los libros se entretejen en nuestros días, crean una red de asociaciones exclusiva a nuestros tiempos y lugares particulares. Por eso el valor objetivo de un texto es un concepto irrelevante y extraño si lo comparamos con el significado que este pudo haber tenido, en privado, para nosotros. Y por eso creo que vale la pena armar estas listas anuales, aunque sea sólo para diagramar a través de los libros la historia reciente de la vida interior.
Walt Whitman, poeta y chad: “nada tomarás ya nunca de segunda ni de tercera mano / ni mirarás más por los ojos de los muertos / ni te nutrirás con el espectro de los libros”. Enrique Verástegui, ídem: “y la vida / no es los libros / la vida brota lejos de los libros”. Tienen razón, pero igual persisto.
mis libros favoritos del 2021
Matrix, Lauren Groff.
Si te gustan el cottagecore, Stardew Valley, o este tweet, tengo un libro para ti. Matrix es una novela histórica que ficcionaliza la vida de la abadesa y poeta María de Francia, nacida a finales del siglo XII. El libro valdría la pena solamente por sus oraciones deliciosas, pero las vibras—las vibras son impecables. En Matrix el tiempo discurre, las monjas se persignan, hacen queso, escriben poesía. Y díganme si con eso no alcanza, si no es el real quién pudiera.
Tu mundo y el mío: Postales del Antropoceno, John Green
Donde estás, mundo bello, Sally Rooney
Admito no saber muy bien en dónde estamos cuando se trata de la guerra cultural sobre la literatura juvenil gringa. En 2014 John Green era chévere, luego se volvió cringe, luego se volvió cringe pensar que era cringe y así. Independientemente de las movidas del zeitgest, mi take es que él nunca (¡jamás!) ha escrito un mal libro. Cero ironía: ningún escritor mediocre podría hacer lo que hace el clímax de Buscando a Alaska, el primer capítulo de Bajo la misma estrella o, en este caso, el trabajo analítico y emotivo de Tu mundo y el mío.
Así como se califica una película, un libro o un restaurante en una escala de cinco estrellas, Green califica los artefactos del Antropoceno: la app de Notas, las puestas de sol o el concepto del rango temporal de la humanidad. Es una premisa absurda, pero cada ensayo crece más allá de ella hasta discutir las fuerzas que delinean los contornos de esta era: el cambio climático, la revolución tecnológica, la crisis de la responsabilidad personal. Es el libro más maduro que ha escrito Green hasta ahora, y es uno de sus mejores.
En Dónde estás, mundo bello, Alice, una escritora que súbitamente alcanzó la fama, comienza a salir con Felix, el empleado de un almacén que conoció en Tinder. Mientras tanto, su amiga Eileen inicia una relación con Simon, un hombre a quien ha conocido desde su adolescencia. Esa es la premisa y, la verdad, es todo lo que ocurre: la verdadera atracción del libro es la voz (elegante, intensa, prístina) de Rooney. Lo recuerdo como un libro solemne y cálido, así como el amor de Dios o lo que sea, pero ahora lo estoy releyendo y es también bastante gracioso (“¿Por qué los hombres de más de 30 mensajean como si estuvieran actualizando su LinkedIn?”).
He colocado estos dos libros juntos porque me parece que comparten el mismo proyecto artístico: preguntar cómo es posible seguir viviendo (y creando, añadiría Rooney) en medio del sufrimiento. No ofrecen críticas ambiciosas de la inequidad económica o racial, y no proponen soluciones a nuestras catástrofes ecológicas y sanitarias, pero ambos vocalizan una respuesta que yo necesitaba escuchar este año. Escribe Green en Tu mundo y el mío: “No podemos ver el futuro, ni los terrores, desde luego, pero tampoco podemos ver las maravillas que se avecinan, los momentos de alegría luminosa que nos esperan a cada uno de nosotros.” Llegarán los días luminosos. ¿Qué pasa? A veces sólo necesitas que alguien te diga eso.
Lima la horrible, Sebastián Salazar Bondy
Para conmemorar el bicentenario, Revuelta Editores ha sacado una re-edición de seis libros icónicos de la peruanidad, lo que es bueno, porque así han introducido Lima la horrible en la vida de la chibolada (i.e. yo). En este ensayo terso, simple y denso, Bondy ataca las sensibilidades estéticas de la ciudad, su religión, sus arquetipos sociales, sus grandes familias e incluso su clima. El libro lo publicaron en los 60, pero cuando Bondy identifica al criollismo como nacionalismo limeño, cuando habla de la trampa de la adoración al trabajo sumiso, cuando dice que “Lima puebla el desierto (…) y el desierto, como un fantasma, habita en la ciudad” es imposible no pensar que se refiere, también, a la ciudad de ahora.
Nuestra parte de noche, de Mariana Enriquez
Ya escribí un ensayo (bastante malo) acerca de todo lo que amo de Mariana Enriquez. No hay mejor escritora de gótico-latinoamericano, no hay mejor cronista-en-ficción. Y no hay—o, ok, nunca he leído—una novela como Nuestra parte de noche.
breve interludio: los libros que me decepcionaron
Me gusta rajar: creo que rajar es bueno y sano y nunca es moralmente incorrecto, excepto cuando la gente raja sobre cosas que me gustan. En fin. Estos son los libros de los que esperaba más cosas en 2021:
Cosas peores, Margarita García Robayo
No llego a sincronizarme con su sentido del humor, no entiendo el componente social de sus libros, y no siento el pulso de su prosa. Esto no sería tan frustrante si no me gustaran tanto sus entrevistas, su no ficción, y sus textos para Sudaquía. En serio, quiero ser el tipo de persona a la que le gustan los libros de Margarita García Robayo. De verdad que quiero serlo. Leí dos de sus libros intentando serlo. Pero luego de leer Cosas peores estoy lista para aceptar que no lo soy.
La mala nota: El colegio en el cuento peruano
Hace unos años la Casa de la Literatura hizo una exposición hablando de la relación entre los escritores y el colegio. Era bastante bonita, como todas las de la Casa: una de las salas principales, por ejemplo, estaba acomodada como un aula, con pizarra verde y carpetas de metal incluidas. En la sala siguiente a esa había una repisa con libros curados para la exposición. Ahí estaba La Mala Nota, que me pareció interesante pero que no pude mirar por mucho tiempo porque el amigo con el que había ido ya estaba acabando el recorrido. Consideré robar el libro, pero me dio palta. Pasé los siguientes tres años intentando acordarme el nombre y luego buscándolo en todas las librerías posibles, pero no lo tenían ni en Crisol ni la FIL ni Amazonas. Estaba volviéndome loca. Estaba obsesionada. Pero en fin, encontré una copia pirata hace dos semanas, y lo único que puedo decir es que a veces es bueno quedarse con las ganas. (el resto de la reseña sigue acá).
volvemos a la programación habitual
Detransition, Baby, Torrey Peters
Detransition, Baby es acerca de tres personajes: Reese, una mujer trans que quiere tener un hijo; Ames, su ex, un hombre que acaba de detransicionar; y Katrina, la jefa y nueva novia de Ames, quien acaba de descubrir que está embarazada. Este año, muchas novelas que buscaban abordar temas controversiales o politizados (el feminismo, la descolonización) me decepcionaron: me parecía que estos libros estaban demasiado orgullosos de ocupar un plano moral superior al de los no-deconstruidos, y que en consecuencia reemplazaban el trabajo emocional propio a la novela con, esencialmente, sermones progres. Uno de los muchos logros de Detransition, Baby es no sólo evitar sino subvertir esta trampa: es un libro generoso, cáustico, delicado e increíble.
No One Is Talking About This, Patricia Lockwood
Estar online generalmente me deja los nervios crudos, fragmenta el vector de mi atención antes que pueda alcanzar las cosas en las que de verdad quiero pensar. Por mucho tiempo creí que esto era un fracaso personal, pero mientras más intento deslindarme del narcisismo que facilita el internet, más comprendo que es un fenómeno tal vez más colectivo de lo que parece. Cuestión: Patricia Lockwood, una poeta que alcanzó la fama gracias a sus tweets, ha escrito una novela preciosa acerca de todo eso. No One Is Talking About This es acerca de una mujer que se encuentra muy adentro del internet y, súbitamente, muy afuera de ella: el sol gotea como miel, la tierra se abre como una sandía azul, y la narradora sólo puede pensar a través de las palabras que Twitter le ha escrito. Con esa premisa, y su estilo hiperbólico (lo he visto ser descrito como un poema en prosa), el libro corre el riesgo de acabar siendo malísimo. Pero ocurre lo contrario: me parece que es uno de los primeros en comunicar exitosamente el impacto (banal pero frustrante) del internet en la mente.
Poeta Chileno, Alejandro Zambra
¿Se acuerdan de esa frase de Emma, “if I loved you less I might be able to talk about it more”? Yo y Poeta Chileno. No sé cómo decirlo sin caer en el cliché: es melancólico pero no melodramático, tiene los mejores personajes del año, me hizo reír y llorar. Este extracto, por favor:
Los Detectives Salvajes, Roberto Bolaño
GAAAAAAAA. ¿Qué sigue, recomendar Rayuela? ¿Recomendar La Ciudad y Los Perros? No importa: cuando algo está bien hecho está bien hecho, y ningún libro de este año me hizo sentir como Los Detectives Salvajes. Leerlo fue como un noviazgo. Leerlo fue como hacerle speedrun a una amistad. Leerlo fue, para usar ese cliché sobre la lectura, como tener alguien siempre a mi lado y por lo tanto nunca estar sola. Es una obra maestra y eso es conocimiento público y por lo tanto el mundo no necesita mi take sobre este libro. Lo adoré: eso es todo lo que me importa.
Bonus: Literalmente Todo Lo Que Ha Escrito Alejandro Zambra
Si Alejandro Zambra escribe, yo leo. Si Alejandro Zambra habla, yo escucho. Si Alejandro Zambra piensa, yo estoy de acuerdo. Si Alejandro Zambra falla, eso nunca pasó. Si Alejandro Zambra tiene 100 fans, yo soy una de ellos. Si Alejandro Zambra tiene 1 fan, esa soy yo. Si Alejandro Zambra no tiene ningún fan, yo ya no estoy en este mundo.
qué vergüenza es una newsletter mensual (???) sobre libros y otras cosas.
holaaaaaaa: dejé de postear porque empecé la universidad y me salieron otros proyectos, pero una de mis metas publicar más / más regularmente aquí este año. no hay muchos avisos parroquiales este mes: agréguenme en goodreads, nada más. y siéntanse libres de responder a este email si tienen algún comentario. nos vemos en febrero, amix<3