shakira podría hacer creep pero radiohead no podría hacer loba
sobre venderle el alma a los gringos
Todas las ilusiones son esenciales y todo lo esencial es ilusorio. No sé si esto sea una postura filosófica: estoy pensando en el Super Bowl de Shakira. ¿Se acuerdan? ¿El último gran evento antes del fin del mundo? Vean el video (yo debo haberlo visto por lo menos diez veces). Abre con una explosión de fuegos artificiales que, entre el parpadeo de un millar de celulares, descienden y apuntan a ella. “¡Hola, Miami!” Rodeada de un ensemble de mujeres en leotardos rojo brillante hace un recuento vertiginoso de los mejores momentos de su carrera: el sintetizador disco en Loba, el momento Led Zeppelin con Empire, la danza del vientre en Ojos Así, y el gancho de Hips Don’t Lie. Incluso alcanza el tiempo para una versión salsa de Chantaje y un interludio de I Like It con Bad Bunny. Los once minutos del show se sienten como una condensación perfecta del exceso de los Superbowl, una celebración de las celebraciones, la misa de Pascua en la iglesia de los hits.
El show se sintió también como un pase de posta, latino gang gang gang. Bad Bunny y J Balvin, integrantes del boom latino que cuya chispa fue Despacito, cantaron al lado de las dos mujeres que les allanaron el camino al éxito. Shakira, en particular, ha pasado treinta años dominando la industria de la música latina: su impacto es tan grande que da miedo. Pero, y así va la crítica más grande al arco de su carrera, para poder vender 75 millones de discos, ganar más de 420 premios y componer la canción más exitosa de la década antepasada, para fundar la caridad Pies Descalzos, tener reuniones con los líderes políticos de Latinoamérica y convertirse en una supernova—para poder lograr todo eso tuvo que vender su alma.
No literalmente. Pero tuvo que dejar de ser la adolescente romántica que vestía de negro y escribía canciones sobre la corrupción para, al iniciar el nuevo milenio, teñirse rubia, cantar hits vacíos, y convertirse en una pieza más de la apisonadora del capitalismo esperanto pop. En el proceso se convirtió no sólo en la líder de su industria, sino también en una de las arquitectas de la estrecha concepción de la latinidad encumbrada por el Super Bowl. El show resonó en la audiencia como una victoria latina: hasta hoy, uno de los comentarios más likeados del video es “why do they make me feel proud to be a Latino when I’m Asian?”
Pero, como dice Martín Caparrós, tal vez no necesitamos este tipo de triunfos. “El celebrado intervalo del Super Bowl,” escribe, “no fue solo la mejor adaptación posible a la mirada masculina; fue, también, un homenaje claro a las —pobres— fantasías estadounidenses sobre lo latino: que es rítmico, caliente, corporal, porque los latinos hacemos con los cuerpos lo que otros hacen con las mentes.”
En algún momento Anne Helen Petersen escribió que ciertas celebridades pop alcanzan un estatus legendario porque bajo el peso de sus figuras reconcilian una serie de ideologías contradictorias. Y, en el mundo del pop latino, pocos son más legendarios y contradictorios que Shakira: su éxito inauguró nuevas formas de entender la cultura juvenil en Latinoamérica y consolidó, para bien o para mal, ideas que todavía impregnan los significados de la palabra latino en el mundo. Pero para poder hablar de todo eso tenemos que hablar del cisma al centro de su carrera: la grieta entre la chica morocha y la rubia, entre la de antes y la de ahora, entre Dónde están los ladrones, su gran hit latinoamericano, y Laundry Service, su primer disco en inglés. Así que:
Shakira nació en Barranquilla en 1977. Es hija de un libanés criado en Nueva York y una colombiana de ascendencia italoespañola: una familia que llevó una vida relativamente acomodada hasta que el negocio de joyería del padre quebró. Perdieron la casa y los autos; por años no recuperaron su inicial comfort. Este es un episodio al que Shakira vuelve y vuelve en sus entrevistas: narra que, para evitar que se revolcase en la autocompasión, su padre la llevó al parque de un barrio pobre a ver a niños que esnifaban goma y andaban descalzos. Ella pensó entonces que su deber era restaurar la fortuna de la familia, pero también que cuando fuera rica y famosa dedicaría el resto de su dinero a ayudar a esos niños.
Sí, cuando fuera rica y famosa. Porque siempre estuvo destinada a la fama, o al menos eso es lo que dice haber creído de niña, y eso es lo que confirman los fragmentos de su vida que ha vendido a la prensa. A los cuatro años, en un restaurante de medio oriente, escuchó por primera vez la música del país de su padre, se paró sobre la mesa y empezó a bailar. A esa edad también escribió su primer poema, La rosa de cristal, y a los ocho su primera canción, Tus gafas oscuras. Aunque la rechazaron en el coro del colegio (su profesora famosamente le dijo que sonaba como una cabra), ella participó y ganó en todos los concursos infantiles de la región. Así conoció a su primera agente, Mónica Ariza, quien le consiguió una audición con Sony Music. Y, a pesar de las reticencias de los ejecutivos, a los trece años Shakira firmó con ellos un contrato por tres discos.
El primero fue un fracaso. El segundo también. Magia y Peligro salieron en 1991 y 1993, vendieron menos de dos mil copias, y no podrás encontrarlos en ningún servicio de streaming porque técnicamente no son discos oficiales. Están en YouTube, por supuesto, y mi veredicto es que no son nada del otro mundo. No hay gemas escondidas ni grandes errores: son dos discos de música mediocre, ochentas pasteleros, Luis Miguel sin la diversión o Gloria Trevi sin las medias rasgadas. Las letras son exactamente lo que una escribe a los quince, o sea, imitaciones de lo que otros (otros adultos) dicen interpoladas con confesiones triviales sobre el mundo, el amor y la vida1. Shakira se rehúsa a hablar de estos discos: dice que ella no estuvo a cargo ni de cómo se produjeron ni de cómo se vendieron, que fue forzada a interpretar canciones y géneros con los que no se sentía cómoda, y que incluso entonces no estuvo feliz con el resultado.
No todo estaba perdido. Eres, de Peligro, la llevó a ganar el tercer puesto en el Viña del Mar. Y en Barranquilla se volvió famosa. Como narra una de sus amigas para el documental de la VH1, en las calles las niñas corrían hacia ella y le pedían autógrafos. El B-roll la muestra durante esos años, adolescente y pelinegra, volando besos desde los autos, sonriendo a su público desde los balcones, disfrutando de su pequeña fama que no era suficiente. Sony no le permitió volver al estudio. Y a finales de 1993 ella decidió no insistir, mudarse a Bogotá, y empezar a actuar en una novela.
Ese año, el panorama de la música popular de latinoamérica experimentó una serie de cambios importantes. La medianoche del primero de Octubre, con el video de We Are Sudamerican Rockers, MTV Latinoamérica empezaba sus transmisiones en todo el continente: así se anunciaba la entrada oficial del rock al mundo del mainstream.
Para ese entonces el rock había dejado de ser un género de otros. Tres décadas de fusión le habían dado una cierta independencia ideológica de Estados Unidos, convirtiéndolo en un vehículo de expresión para los jóvenes de clase media y baja en Latinoamérica. Sin embargo, a inicios de los 80, el género dependía de la venta de CDs y aún existía al margen de las radios y las televisiones.
Esto empezó a cambiar por varios motivos. Primero el neoliberalismo abrió los mercados del continente a la privatización y comercialización de la cultura, lo que permitió que el rock creciera sin ayuda económica del estado. Además, la disolución de una serie de dictaduras a lo largo de la década proporcionó la apertura sociopolítica necesaria para la masificación de esta música. El mejor ejemplo de estos cambios tal vez es Rock en tu idioma, una serie de álbumes compilatorios publicados en 1986 por la BMG Ariola que reunieron, entre otros, a Soda Stereo, Alaska y Dinarama, Caifanes y Los Prisioneros. Inicialmente diseñados para disminuir el costo de producción y distribución de discos individuales, estos álbumes tuvieron un impacto cultural enorme: como escribe Mario Bahena, “al distribuir artistas dispares bajo un slogan que enfatizaba una unidad cultural a través del lenguaje, el Rock en tu idioma permitió que jóvenes centroamericanos y sudamericanos adoptaran el rock mexicano y español como algo propio.”
MTV, con su inmenso alcance televisivo, llegó a consolidar este proceso: fue un Rock en tu idioma en esteroides. En palabras de Alberto Fuguet, el canal se convirtió en el mejor ejemplo del sueño bolivariano cumplido, más concreto y eficaz a la hora de hablar de unión que cientos de tratados o foros internacionales. Pero el cambio no fue inmediato, y no ocurrió en todos lados al mismo tiempo: para 1993, las radios populares de Colombia todavía estaban dominadas por la música tropical y el vallenato. Tal vez fue la consciencia de ese mercado por conquistar lo que movió al sello Philips a sacar la antología colombiana Nuestro Rock ese mismo año. El primer volumen recogió estampas de la escena alternativa nacional como La Derecha, Pasaporte y Aterciopelados. Pero para el segundo volumen, destinado a salir en 1995 y ahora dirigido por Sony, se llamó a colaborar a Shakira. Y en respuesta, ella y Luis Fernando Ochoa (el productor que la acompañaría los siguientes 30 años) compusieron Dónde Estás Corazón.
Fue un éxito. Fue su primer éxito internacional. Fue la única canción de ambos volúmenes de Nuestro Rock en llegar al número uno en las listas de Colombia y otros países del continente. Y, lo más importante, fue la canción que convenció a a Sony de permitir que Shakira grabase el último disco de su contrato.
Así que en Octubre de 1995 salió Pies Descalzos. Tal vez fue la influencia de MTV, o de la creciente ola del rock colombiano, o de la madurez que trae superar el infierno de los quince: la cosa es que el disco no suena como nada que ella hubiera hecho antes. La fusión de pop, rock y reggae de Pies Descalzos no siempre acierta (algunos experimentos sónicos hacen sentir cosas bastante parecidas a la vergüenza ajena), pero aún así el disco estableció la claridad de la visión artística de Shakira, e introdujo al público los primeros rasgos de su estilo: las brillantes melodías pop, la obsesión con el amor, el juego entre géneros musicales y las letras idiosincráticas2. Pies Descalzos contiene algunos de los temas más políticos de su carrera, como la pro/anti aborto Se quiere, se mata, o la confusa y confundida crítica social en Pies Descalzos, Sueños Blancos. No importa: el trabajo de unificación cultural latina empezado por Rock en tu idioma y masificado por MTV permitió que toda una generación de jóvenes urbanos se identificara con estos temas. El disco vendió cuatro millones de copias y llevó a Shakira a su primer tour internacional, que consistió en más de ochenta fechas a lo largo del continente, desde Buenos Aires hasta Miami3.
Ese concierto en Miami era importante: para 1995 ahí estaba el corazón de la industria musical latinoamericana. Como escribe Daniel Party, en aquel momento un artista latino iba a Miami a internacionalizar su carrera, ya fuera dentro de Latinoamérica o cruzando hacia el mercado estadounidense. Esa fue la trayectoria de Gloria Estefan, Ricky Martin, Marc Anthony, Jennifer López, Thalía y Paulina Rubio, las estrellas del supuesto boom latino de los noventa4. Además de la ciudad, todos tenían una cosa en común: a ellos (a todos ellos) los produjo en algún momento Emilio Estefan.
Estefan, un cubano criado en Estados Unidos, fue creador y miembro del grupo de pop latino Miami Sound Machine. Su verdadero impacto, sin embargo, lo hizo como mánager y productor, donde se convirtió en el gran gatekeeper del pop latino. En sus manos, el tango argentino, el son cubano o el merengue dominicano se convertían en la balada internacional, el tipo de canción que podía volverse un éxito (como dice esa canción5) desde San Juan hasta Barranquilla, desde Sevilla hasta Nueva York.
Así que en 1997 Shakira y Emilio Estefan tuvieron una llamada por teléfono. Él dice haber visto en ella algo fresco y nuevo para el mercado. Ella dice haber visto en él el escalón que la llevaría al siguiente nivel de su carrera. La llamada duró diez minutos. El año siguiente ella se mudó a Miami, Estefan se convirtió en su mánager, y ambos se dedicaron a trabajar en lo que sería Dónde están los ladrones.
La crítica más común del arco de la carrera de Shakira asume que le vendió su alma al diablo por fama y dinero cuando se volvió rubia. Sin embargo, si queremos poner una fecha al momento en el que dejó de ser una artista de a pie tenemos que hablar de 1998. El inicio de su colaboración con Emilio Estefan muestra un deseo innegable de, por lo menos, querer consolidar la fama ganada en Latinoamérica con Pies Descalzos. Si alguien quiere ridiculizar sus discos posteriores por ser productos comerciales, sujetos a los caprichos de sus épocas y compuestos por un batallón de escritores profesionales (lo que es una cochina mentira, más sobre eso en la nota al pie6), no podemos olvidarnos que el mejor disco de la Shakira de antes fue producido por el gatekeeper más grande del continente, en un estudio famosísimo, con libre acceso a una red de músicos y compositores profesionales y con influencias claras de las tendencias del momento.
Porque Dónde están los ladrones tiene un montón de Alanis Morissette, ¿no? Jagged Little Pill, el debut internacional de Morissette, salió en 1995 y sacudió el mercado anglo desde sus cimientos. Aunque la acusaron de ser una sellout, una industry plant y una llorona, la historia la ha absuelto y coronado: hasta hoy, solo ese disco ha vendido más que todos los de Taylor Swift. Juntos. Más allá de las similaridades sónicas, Jagged Little Pill y Dónde están los ladrones comparten el corazón: la rabia adolescente, el sentimentalismo edulcorado, y la misandria diáfana y luminosa (todas virtudes). ¿No piensan en You Oughta Know cuando escuchan a Shakira aullar de rabia en Si te vas?
Si te vas, si te vas y me cambias
Por esa bruja, pedazo de cuero
No vuelvas nunca más
No vuelvas, no estaré aquí
También, tenemos que decirlo, comparten la misoginia internalizada (nooo Shakira, no hagas slutshaming!!!). La cosa es que el disco se maneja desde acá7, este registro de intensidad hasta las cejas de estrógenos. La verdadera distancia entre Shakira y Morissette viene de las otras influencias musicales de Dónde están los ladrones: bajo el tutelaje de Emilio Estefan, ella afiló el eclecticismo desquiciado que años después le ganaría comparaciones con Devendra Banhart y Captain Beefheart, tal vez intuyendo que esta ruta, al guiñar hacia una cierta latinidad cosmopolita, atraería más ventas.
Y tuvo razón. Ejemplos hay por todo el disco, pero tal vez el más ambicioso es Ojos Así, la canción inspirada por sus raíces libanesas. El tema es vigorizante e hipnótico y raro (rarísimo para los estándares del pop de aquel momento: el coro es en árabe). Y, aún así, llegó al número uno en TODOS (¡todos!) los países de Latinoamérica. En palabras de mi reseña favorita de este disco en RYM: “¿Se dan cuenta ustedes lo raro que es esto? ¿Cada cuántas lunas llenas pasa algo así? Es ridículo.”
Aunque se ha parodiado hasta el cansancio, aquí la técnica vocal de Shakira está en su punto álgido, completamente al servicio del material desde el dulzor de Moscas en la Casa hasta los ataques de rabia en Si te vas o lo que sea que esté haciendo en Inevitable. Uf, Inevitable. Probablemente el mejor momento musical de los 90 ocurre cuando, a finales de la segunda estrofa, se escucha una grabación corrompida hasta el susurro, la música se detiene, y Shakira entra al coro con la guitarra eléctrica y la batería enloquecida: ¡el cielo está cansado ya de veeeeeeer la lluvia caer!
Pero la joya de la corona es Ciega, Sordomuda, una obra maestra del pop latinoamericano. Los lamentos coreados al inicio, el iluminador beat dance, el solo de trompeta (para su MTV Unplugged el año siguiente ella grabaría una versión mariachi, cuatro minutos de pura alegría). Espero que no sea polémico decirlo, pero todas las líneas de esta canción son una delicia. Desde las intensas hasta las furiosas hasta las incomprensibles. A mucha gente le gusta decir que Shakira escribía mejor cuando trataba temas políticos, y eso, además de demostrar que nunca han pensado sobre política por más de dos minutos seguidos, es ignorar lo obvio: nada nunca le salió tan bien como estas canciones de amor. Y está bien, porque necesitamos canciones de amor, igual que necesitamos canciones pop, especialmente pop así de bueno, así de brillante, así de pulcro y bien construido. No puede ser. No puede ser que un ser humano haya escrito este disco, pero, si tuviera que creerlo, por supuesto que no podría haber sido otra persona que la Shakira de 1998.
No me arriesgo si digo que este es uno de los mejores discos latinoamericanos de su década. Opinen lo que quieran de Shakira luego de leer esto, pero salgan con las cosas claras: Dónde están los ladrones es increíble. Eso pensamos ahora, y eso pensaron en 1998: cuando salió, en septiembre de ese mismo año, lo aplaudieron la crítica y la audiencia. Vendió un millón de copias en su primer mes, llegó al número uno en el Billboard Top Latin Albums, y recibió certificación de (doble, triple, cuádruple) platino en más de cinco países. Fue un éxito. Ella tenía 21 años. Lo que pasa después no me sorprende: ¿Qué harías tú si el camino que tienes adelante sólo apunta hacia arriba?
Pasó los dos años siguientes en un torbellino de actividad: grabó su MTV Unplugged, promocionó el disco, aprendió inglés en sesiones privadas con Gloria Estefan (pero también, como mencionan todos sus cronistas, leyendo a Whitman, Cohen y Dylan8), y dedicó largos meses a purgar su inglés del acento latino. Fue en aquellos años que García Márquez la perfiló y describió una rutina demencial compuesta por viajes, ensayos, sesiones de fotos, espectáculos, entrevistas y actos benéficos intercalados con largas noches en el estudio. En aquel momento su idea era traducir Dónde están los ladrones al inglés; sin embargo, pronto se dio cuenta que la situación en la que se encontraba le ofrecía algo distinto.
El disco la había establecido como una figura importante en el mercado latino y, sin embargo, había resultado un fracaso respecto al mercado estadounidense. Para conquistarlo se requería un método distinto, uno descubierto y perfeccionado por Emilio Estefan, tan simple que explicarlo parece ridículo: saca un disco en inglés.
Pero saca un buen disco en inglés, uno que interese al mainstream con la promesa de lo exótico pero que no sea tan radical como para alienarlo. Así que tal vez fue porque no podía dejar de escribir canciones, tal vez fue porque no quería encasillarse en el rock, tal vez fue que sabía que su imagen actual no sería legible al público gringo: la cosa es que a inicios del año 2000 ella abandonó el proyecto de traducción, comenzó a trabajar en nuevo material, y, sí, se tiñó rubia.
Para el año 2000 algo curioso ocurría en Estados Unidos respecto a la música latina. Muchas cosas habían cambiado desde 1960, cuando la Oficina del Censo creó la etiqueta demográfica hispanic y fusionó los universos de los mexicano-americanos en el sudoeste, los puertorriqueños en Nueva York, y la diáspora cubana en Miami. En aquellos cuarenta años, la población latina había experimentado una explosión demográfica (de 6.3 millones a 35 millones) y, a la par, había visto crecer considerablemente su poder adquisitivo, dos cambios que encontraron su manifestación cultural más visible en el llamado boom latino de los años 90. Durante aquella década la música latina creció al doble del ritmo del resto de la industria, y a inicios del milenio estaba ya lista para afirmar formalmente su lucrativa importancia. Así nacieron los Latin Grammy: porque, en palabras de los organizadores, “el universo de la música latina es demasiado grande para encajar en [los Grammy regulares].”
Pero pronto sería evidente que también era demasiado grande para encajar en los Grammy latinos. Los organizadores del evento, escribe Alisa Valdes-Rodríguez, fueron fuertemente criticados por imponer una arbitraria definición de latin que excluía, por ejemplo, a aquellos artistas caribeños que cantaban en criollo francés en vez de inglés o español. En respuesta, el director ejecutivo de la Latin Recording Academy se excusó diciendo que era imposible hacer un trabajo perfecto: “Hay muy pocas cosas que conecten a todos estos países además del idioma.”
En la primera ceremonia del premio, septiembre del 2000, se presentaron Santana, Maná, ‘N Sync y Shakira, que cantó Ojos Así en la que retrospectivamente sería una de las presentaciones más importantes de su carrera. Para empezar, la ceremonia fue el primer espectáculo bilingüe en ser emitido en el horario prime-time, o sea, fue su carta de presentación al público americano. Pero también fue su primer show en incorporar elementos que más tarde se harían inseparables a su figura, como la danza del vientre, la coreografía en grupo, el cambio de vestuario, y la dramática puesta en escena.
El acto se consolidaría con el estreno de Whenever, Wherever en agosto del 2001. El tema arregla una melodía clásica del adult contemporary pop con quenas, zampoñas y charangos. Aquí la influencia de Alanis Morrisette ha desaparecido en favor de una inflexión que, aunque todavía propia de Shakira, me recuerda a Britney Spears (ella misma una respuesta hiper-femenina a las angry women de los noventa). Y el video es una fantasía de cabello y caderas. Shakira emerge del agua, se convierte en un ave, escala a la cima de las montañas, domestica una manada de caballos, y baila mapalé en medio de una tormenta de arena. Mientras tanto le canta a su novio, extranjero: lucky that I love a foreign land for the lucky fact of your existence.
¿Un temazo? Por supuesto. Pero debemos recordar que en el proceso de traducirse a un idioma comprensible para el público gringo, Shakira utilizó toda la taquigrafía cultural disponible. De ahí que las ideas en Whenever, Wherever se relacionen todas a un concepto de las latinas como seres preternaturalmente conectados a sus cuerpos, sus corazones, y la naturaleza. Ella defendió estas elecciones como una forma de alejarse de la “rigidez e inflexibilidad” que caracterizaron su acto en español. Aún así, como escribe Mercedes Ortega, “si la mujer puede decidir cuál actuación representar, ¿por qué elige siempre la misma (la feminidad normativa)?”
Ortega continúa: “porque no hay verdadera elección, no existe otra opción, sobre todo en el mundo del entretenimiento.” Pier Domínguez ha escrito que, en verdad, Shakira explotó esos estereotipos sobre las mujeres latinas para darle visibilidad a su experimentación musical. Y, aunque eso es cierto, difícilmente es innovador: por décadas, artistas blancos como ella han sido premiados por jugar con las mismas expectativas que le impedían a sus contrapartes marrones y negras recibir el reconocimiento merecido por sus contribuciones a la cultura.
Entonces, si hasta 1998 Shakira había vendido Estados Unidos a los latinoamericanos, con Whenever, Wherever empezó la época de vender los latinos a Estados Unidos. Esas intenciones no resultaron desapercibidas. Tal vez esto explica las duras críticas que su siguiente disco, Laundry Service, recibiría en el continente: una reseña chilena, por ejemplo, abrió diciendo que “en su nuevo disco, Shakira parece haber traicionado todos sus ideales.”
Pero no todo se reduce a cuestiones regionales: los críticos del mundo anglo también le dieron una tibia bienvenida al disco. Algunos, como los de Rolling Stone, argumentaron que el inglés de Shakira no era lo suficientemente bueno para sostener todo un álbum. Como evidencia citaron el gran lucky that my breasts are small and humble, so you don’t confuse them with mountains, así que por supuesto que no sólo eran imbéciles, sino que estaban equivocados. Otros críticos, sin embargo, comentaron que la principal limitación del disco era su objetivo comercial. Laundry Service era un acto calculado, una formalidad necesaria para entrar al mercado pop, y sus requerimientos muchas veces coartaron la vena de diversión desvergonzada que recorre las mejores canciones de Shakira.
Pero funcionó. Whenever, Wherever vendió más de 17 millones de copias alrededor del mundo, y Laundry Service se convirtió en uno de los discos más exitosos de su carrera. Llegó al top 10 en Reino Unido, Suiza, Suecia, España, Portugal, Noruega, Nueva Zelanda, Japón, Italia, Hungría, Grecia, Alemania, Francia, Finlandia, Dinamarca, Canadá, Bélgica, Austria y Australia. En Turquía hasta hoy es el disco más vendido de la historia. Fue una coronación: incluso Ricky Martin y Jennifer López comenzaban a empequeñecerse al lado de Shakira.
A partir de acá se aceleran las cosas. El éxito descomunal de Laundry Service le dio el suficiente poder para saltarse las formalidades y ejercer completo control sobre su carrera. Así que luego de la gira para promocionar Laundry Service, una ruptura amical con Emilio Estefan, y unos años de sacar parafernalia lucrativa, volvió a escribir. Con un equipo encabezado por Rick Rubin (conocido por su trabajo con los Beastie Boys, Slayer, Red Hot Chili Peppers, Kanye...) y compuesto por (entre otros) Gustavo Cerati, se lanzó a trabajar en Fijación Oral/Oral Fixation, un disco doble en inglés y español.
(Digresión: en una entrevista para el New York Times, Shakira explicó así el título:
“Quise atribuirle a Eva una razón más para morder el fruto prohibido, y esa sería su fijación oral. Desde un punto de vista psicoanalítico, empezamos a descubrir el mundo a través de nuestras bocas. Por eso la tapa del primer disco es más Freudiana, y la segunda es más cercana a Jung, porque Eva es un arquetipo universal. Intenté mantener una cierta unidad entre las tapas de ambos discos, y elegí usar un poco de iconografía renacentista. Madre e hijo y pecado original son conceptos recurrentes del período del renacimiento, y yo quería ese carácter histórico.”
Reina de las pretenciosas. Si lees suficientes entrevistas suyas te das cuenta que su discurso está siempre a medio camino entre el cliché y la excentricidad, una acumulación de metáforas usadas que podría pasar por marketingspeak si no fuera tan rara. Tal vez se lo cree todo. Tal vez es una estrategia comercial. Tal vez no tiene alma. O tal vez en serio vive su vida en el mismo registro emotivo que líneas como I’m feeling a little abused like a coffee machine in an office. Lo que quiero decir es: Shakira le dijo soy una nómada sin raíces a la jueza que la procesó por evadir alrededor de 14,5 millones de euros en impuestos cuando vivía en España. En medio del juicio. Como parte de su defensa. No puede ser.)
Fijación Oral, Volumen 1 salió en 2005. Fue (cómo no) un éxito. Meses después saldría Oral Fixation, Vol. 2, cuyo primer single sería un fracaso. Don’t Bother, una canción que ya nadie recuerda, no alcanzó ni el top 40 de Billboard. Inaceptable, claro. Así que semanas después del lanzamiento, ella y su equipo sacaron una segunda versión del disco—similar en todos los aspectos, excepto uno: habían añadido una nueva canción: Hips Don’t Lie. ¿Escuchas esa trompeta? ¿Ese sample de Amores como el nuestro? Increíble. Inconcebible. Inimaginable, inigualable, insuperable, inaudito, inverosímil, Inevitable. Extraordinario, excepcional, espléndido, excelente, fantástico, faraónico, apoteósico, soberbio, imponente, majestuoso. Sublime, etc.; continuemos.
Oral Fixation, Vol. 2 abre con cantos gregorianos y no suelta desde ahí. El conjunto de ambos discos no tiene nada que envidiarle a ninguno de los trabajos anteriores de Shakira, ni lírica ni musical ni comercialmente. Ahí lo dejamos: no voy a aburrirlos con cifras de ventas. Hips Don’t Lie fue la canción más vendida del siglo. Eso es todo lo que hay que saber.
Empieza la fase imperial. En 2009 Shakira sacó She Wolf. El single principal fue Loba, coescrito con Jorge Drexler y, en un gesto que se haría tradición para ella, publicado en español e inglés. El leotardo negro, los tacones de aguja magnética, el aullido a mitad del coro, los arreglos a lo Crystal Castles: por supuesto que fue un éxito. Y el disco también. El siguiente single fue Lo Hecho está Hecho. Y su siguiente disco, Sale el sol. Addicted To You, Loca, Rabiosa; para este momento, su dominación del mainstream es tan absoluta que los eventos se vuelven imposibles de distinguir en el horizonte de su figura colosal. La llaman al mundial. Saca Waka Waka. Termina con De la Rúa. Empieza con Piqué. Can't Remember To Forget You, con Rihanna. Un éxito. Empieza su tiempo en The Voice. Saca la otra canción del mundial. Un éxito. Sale El Dorado: la Bicicleta, Chantaje, Me Enamoré. Un éxito, un éxito, un éxito, un éxito.
Volvemos a encontrarle la pista en el Super Bowl, el último gran evento antes del fin del mundo. En serio, no puedo dejar de ver este video. Hay una parte en el set de J. Lo en la que ella se levanta en una plataforma y los bailarines entran al escenario frenéticos a cuatro patas, iluminados por una luz fluorescente, y no puedo dejar de pensar que flotando encima de ellos ella parece una madre alienígena. Me encanta también cuando entra al estribillo de Mi Gente en una explosión hasta las cejas de azúcar, todos en el escenario haciendo un paso de baile ridículo que a una escala tan grande te deja sin palabras. Creo que este Super Bowl fue uno de los mejores de los últimos diez años, segundo solamente al de Lady Gaga o Beyoncé. Como los mejores Super Bowl, o los mejores conciertos, o los mejores actos pop, es espectáculo por el espectáculo, escalación del poder del sonido y la luz, falsedad que llama la atención sobre su propia importancia.
Ok. Empecé a escribir esto porque he leído a mucha gente defender o criticar el arco de la carrera de Shakira, pero no había leído a nadie que quisiera explicármelo, y yo quería encontrar una forma de reconciliar a la adolescente que escribió Estoy Aquí con la mujer que armó el Super Bowl más visto de la historia. Pero luego de casi 6000 palabras y una cantidad francamente avergonzante de tiempo intentando entenderlo, creo que no hay nada que reconciliar.
Porque, en serio, ¿a ustedes no les gustó Loba? ¿No se han encontrado alguna vez tarareando Loca? Poner estos temas en una categoría distinta a Antología o Dónde estás corazón es mentir: todas fueron hechas para apelar al mainstream, y todas son excelentes composiciones pop. Resulta sorprendente tener que decirlo todavía, pero se necesitan talento e inteligencia para escribir un hit que conquiste al mundo y conecte tan bien con su época. No, no el mismo tipo de talento e inteligencia que se necesita para escribir el maldito OK Computer, ¿pero no habíamos quedado que la gracia del pop era justamente su espíritu democrático?
No sé, pienso en la primera vez que vi el video del Super Bowl. Lo hice para entender los memes, principalmente, y con un poco de distancia irónica al medio, como: por supuesto que todo esto es escándalo. Lo vi la mañana siguiente al show mientras desayunaba en mi cuarto, y cuando vi el final del set (los niños saliendo de las jaulas de luz, Jennifer López levantando la bandera de Puerto Rico) tuve ganas de llorar.
Luego me sentí estúpida. ¿Llorar? ¿Por un show tan apoyado en estereotipos perezosos, patrocinado no sólo por el imperio sino también por la NFL? ¿Un show de Shakira, que, como sabemos todos, sólo cuenta entre sus fans a las niñas de ocho años y la demográfica de las mamás felices? Me pregunté qué clase de persona podría encontrar poder en algo tan falso. Y por qué una parte de mi quería encontrarlo. Y entonces una de mis mejores amigas, que emigró a Estados Unidos hacía unos años, escribió en un chat grupal que ella sí se había emocionado:
Pudiese haber mejores ídolos que JLo, I know. Y pudiese no ser sexualizado, I know. Pero el show se sintió como, epa, tengo esta herencia latina (de primera, segunda, o tercera generación), hablo inglés con acento, y también existo en este país tanto si tengo como si no tengo documentos. Y voy a menear el culo al respecto.
Pienso ahora en lo que me dijeron algunos amigos cuando les pregunté en qué pensaban cuando pensaban en Shakira. Hablaron de las caderas y Waka Waka, y luego empezaron a hablar de otras cosas. De sus primeras fiestas de cumpleaños o las coreografías que aprendieron en el colegio o los karaokes al final de un noviazgo o sus viejos MP3. Y pienso también en mis recuerdos, las cenas de entresemana oyendo Lo Hecho Está Hecho en Habacilar, y las tardes con mis primas, escondidas bajo las colchas, llamando a la radio con nombres falsos a pedir que pongan Las de la intuición. Yo también tengo mis cariños, cosas que a cualquier otra persona le parecerían apegos irracionales. Sé que hay poco al fondo de la palabra latino, por ejemplo, y que aún así es una de las primeras palabras en las que pienso cuando tengo que describirme. Todavía quiero—tal vez todavía necesito—pensar en estos países como algo más que mercados unidos por el pasado colonial. Pienso en lo que me dijo mi amiga entonces, lo que entendió que yo no entendí en ese momento: mirar al artificio y decir ya, pero qué hay después.
Porque no creo que nuestra relación con la cultura pop nos convierta en cómplices de nada. Y creer que consumir (o no) un producto cultural tendrá algún impacto en las fuerzas que lo originaron es caer en las trampas del pensamiento neoliberal. Es utilizar la cultura pop para lidiar con la frustración que causa la inercia de la injusticia; es utilizar la justicia social para explicar nuestros gustos y disgustos. Pero ese es otro tema. Esa mañana, mirando por primera vez el video del Super Bowl, no pensé en nada de eso. Antes de querer llorar, y antes de no querer quererlo, mientras oía la voz de Shakira y recordaba todo esto que les he contado, sólo había espacio en mi cabeza para un pensamiento, que es, tal vez, donde inicia y acaba todo. Miraba el video y mientras lo hacía, murmuraba: carajo, carajo, qué buena canción.
O sea, mis respetos a las quinceañeras, son más fuertes que la gente de las Fuerzas Armadas. Pero en una de sus entrevistas sobre su primer single Shakira dice que "me puse a pensar sobre el amor, y llegué a la conclusión que el amor es magia :)" y se ve tan joven y lo único que quiero decir es: not this, reina.
Top 5 momentos líricos de Pies Descalzos:
El inicio de Estoy Aquí (esa VOZ que sale de la NADA!!!): "Ya sé que no vendrás / todo lo que fue / El tiempo lo dejó atrás."
Casi Todo Estoy Aquí, seamos honestos: No sé quién escribió que en la música, y especialmente en el pop, las letras son acerca de las emociones creadas cuando la voz, la música y el significado entran en contacto. EN FIN. Este temazo es la representación máxima de ese concepto: "Y ahora estoy aquí / queriendo convertir / los campos en ciudad / mezclando el cielo con el mar." Y: "Las cartas que escribí / nunca las envié / no querrás saber de mi."
La intro de Vuelve: esta es una de las canciones más pretenciosas no solamente del disco sino de la carrera de Shakira. Lo que no significa que no sea divertido (y que incluso en el tono se sienta una ironía autoconsciente). En fin, todo el verso que acaba con "Como Alejandro Magno sin su espada y sin su dardo, / como un pobre cristiano en pleno Imperio Romano." Terrible e increíble.
Pies Descalzos: yo sé que escribí que la crítica social es confusa y confundida, pero en serio no importa. La rabia con la que enumera las estrofas de cierre de este tema son suficientes. Especialmente las últimas, "Las mujeres se casan siempre antes de treinta / si no vestirán santos aunque así no lo quieran." SHAKIRA FEMINISTA.
El cierre de Se quiere, se mata: hitazo (y single) sobre el aborto que ideológicamente no llega a ningún lado porque Shakira, como veremos luego, es una tibia. En fin. Los versos "pero si a la hora del té nada pasa / sólo te irás lejos de casa" me hacen sentir cosas.
No hablo de Antología porque la verdad no me gusta (perdón amix!).
Y en las ochenta fechas del tour no pisó Chile en ningún momento. La mujer más graciosa de Latinoamérica!
La idea de un “boom” presupone, como escribe Ediberto Román, que los latinos, eternos “otros”, simplemente, y de un momento a otro, llegaron. Cuestionable porque, aunque muchas veces se asocia la palabra latino con inmigrante, la cultura latina ha sido parte de Estados Unidos desde los inicios de este país.
Mi Primer Millón, de 2002, se basa en el cliché en el que se convirtió la trayectoria de los grandes artistas latinos. O sea: "dejémoslo todo y vámonos para Miami / voy a lo que voy, a volverme famoso..." También fue la gran canonización de Emilio Estefan como guardián del cielo latino: "apenas lleguemos, llamamos a Emilio / yo tengo un amigo, amigo de un amigo / con línea directa al cielo de tantas estrellas." Y, por supuesto, es un temazo absoluto. Bacilos se creó en Miami, aunque al igual que Shakira fracasaron vendiendo su primer disco. Y, como a Shakira, eventualmente se les cumplió el sueño: Caraluna, uno de sus mayores hits, acabó siendo producida por Luis Fernando Ochoa (quien alcanzaría después también su propio prestigio como productor en la industria musical).
Generalizando, los créditos de sus discos se dividen así: 3-4 canciones coescritas con Luis Fernando Ochoa, 2-3 coescritas con otros (Cerati, Wyclef Jean, Jorge Drexler, etc), y 5-6 escritas por ella en solitario. Hay excepciones, como el primer volumen de Fijación Oral, pero esta parece ser una regla. Incluso durante su época de trabajo con Emilio Estefan había un contrato en medio para asegurar que el producto final tendría la aprobación de la artista (resabio del fracaso de sus dos primeros discos, probablemente).
Por supuesto, no tenemos que creerle. A ella o a su equipo o a los créditos. No sé que tan fácil sea mentir y en verdad tener un equipo de ghost-composers atrás tuyo, pero, es cierto, la posibilidad existe. Aún así, esta es la información que está en internet, y esto ya es demasiado largo como para meternos en teorías de conspiración, así que vamos a creer que sí, Shakira compone todo lo que dice. Lo que a mi no me resulta difícil de creer, viendo que lleva casi tres décadas dedicándose exclusivamente a este trabajo, y que desde 1997 ha tenido de mentores a los mejores profesionales de la industria.
Top 7 momentos líricos de Dónde están los ladrones:
El cierre de Si te vas. La canción es súper noventera, especialmente en su odio a las mujeres; aún así, el grito que da al final de la última repetición del coro (PEDAZO DE CUERO NO VUELVAS NUNCA MÁS NO VUELVAS NO ESTARÉ AQUÍIIII!!!!) es increíble.
El puente de Moscas en la casa: Quisiera darle este lugar al verso "Mis días sin ti no tienen noches, si alguna aparece es inútil dormir", pero soy muchísimo más cursi. "Pateando las piedras, aún sigo esperando que vuelvas conmigo / aún sigo buscando en las caras de ancianos pedazos de niño." destruida por SIEMPREEEEE
Estrofas de No Creo: Reina. De. La. Cultura. Pop. "No creo en Venus ni en Marte / No creo en Carlos Marx / No creo en Jean Paul Sartre / No creo en Brian Weiss." Reina. De. La. Filosofía. (Y de las intensas: "Si hablo demasiado, no dejes de lado / que nadie más te amará así como lo hago yooooo”).
Coro de Inevitable. Presentado sin comentarios.
Que Vuelvas: Lo único que diré es que el primer verso me hace pensar en El Futuro de Cortázar (poemazo).
Coro de Dónde están los ladrones: No, lo mejor que hizo Shakira no fueron las canciones "políticas," pero esta está bastante buena. Hits different cuando vives en Latinoamérica en época de elecciones.
Toda Ciega, Sordomuda. Toda. Eso.
Y escuchando a Janis Joplin, Radiohead y Pulp (!?).